Yo soñé con una flor
escondida en la montaña.
Era una flor muy pequeña
que a penas se perfumaba.
Celeste azul su color
cuando el sol baña su cara.
Rayos de luz me despiertan
al empezar la mañana.
La flor que soñé esta noche
ha perfumado mi alma.
-Es azul- le dije al Sol;
-es una gota de cielo
que en versos quiero cantarle;
quiero cantarle o pintarla.
Al escuchar mi pasión
el sol me ayudó a buscarla.
Flor del monte, flor pequeña:
una estrella que se asoma
frente al sol, entre la hierba.
Tal vez, quiso algún poeta
por allí mismo esconderla,
para después, deshojarla
en los versos de un poema.
Yo diría que el azul
se enamoró de la flor
y ya no pudo olvidarla.
Sólo el rocío, sin tocarla,
se acerca para besarla.
Y algunas veces, la flor,
muy de mañana se escapa,
para que copien los ojos
de alguna rubia encantada.
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