EL ALZHEIMER

En la mitad de tu vida, ¡mujer!
un paraíso creaste,
y flores de amor perenne
día a día cultivaste.

Hogar de cariño permanente,
sombra con  amor tejida,
refugio de los tuyos, de tus gentes.
Nuestra gloria era mirarte
y nuestro cielo escucharte.
El cariño y la amistad,
dos virtudes que adornaban
los flecos de tu carácter.

Pero una tarde, el rugido
de una lejana tormenta
se aproximó a nuestro hogar.
Los cristales,  asustados,
empezaron a temblar.
Entre la duda y el miedo,
nuestras miradas al cielo
empezáronse a nublar.
Nuestro miedo se hizo grande
cuando ella empezó a dudar
de  sus cosas… de su hogar.

Volando llegó el Alzheimer
y a traición se nos colaba.
Y en la mente de mamá
lentamente se posaba.

Cuando el mal clavó sus garras,
cada día más feroz
el mal se nos presentaba.
La tragedia del Alzheimer
superó nuestro dolor,
y a la cumbre de la pena
cruelmente nos llevó
Con el colmo del cariño
que en nuestras almas dejó,
conseguimos recorrer
el camino de la cruz,
camino que ella trazó.
Al luchar contra el dolor,
no hay antídoto mejor
que llevar siempre consigo
el colmo de aquel amor.

El recuerdo de la tarde
en que la fiera rugió,
a fuego se nos marcó.
Aprendimos a llorar,
y el dolor nos enseñó
cuánto valen unas lágrimas
cuando brotan del amor.
Su amargura limpia el alma
y da vida al corazón.

AL ALZHEIMER declaramos
nuestra guerra.
Amigos voluntarios de Valencia,
AVAMA nos anima y nos orienta.
Nuestro ideal y objetivo:
Prolongar, mejorando
nuestras vidas,
retrasando el declive cognitivo.
AVAMA nos enseña los caminos.

EPÍLOGO:
          Todo el amor y la pena
          que contiene este poema
          en dos versos se condensa:

¡Qué pena! Ella ya no nos conoce;
pero nosotros la conocemos a ella.


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