CUENCA, CIUDAD SOÑADA

Orgullosa mi  ciudad,
cantada en tantos poemas
que le envían desde arriba
sus amigas las estrellas.
Al principio de los tiempos,
y antes de que vinieran
a cantarle los poetas,
ya le cantaban los vientos
mil canciones a sus piedras.
Y al mismo tiempo que el viento,
dos ríos,  Júcar y Huécar,
de lo alto de las  sierras
llegan,  lamiendo los pies
a sus  fantasmas de piedra.

Ciudad que vives, que sueñas
sosegada y placentera
entre fieles centinelas,
insomnes mimos de piedra,
que te dejó Alfonso VIII
en histórica defensa.

Cuenca, ciudad feliz,
siempre fuiste y serás bella.
Humildemente te canto,
y soy feliz al  cantarte
como si fuera un poeta.
No he leído ni escuchado
el ritmo de otros poemas,
pero sueño muchas noches
con tu vetusta belleza.

Bordando miles figuras
en los parque y jardines,
zurciendo miles locuras
con retorcidas bajadas
y subidas imposibles,
el amor es flor y es piedra
en los poemas de Cuenca.
Veo allá arriba unas casas
en unas rocas colgadas,
donde habitan los caprichos
que Dios creó de la nada.
Península, del azul colgada
y de encantos rodeada,
dime si subes o bajas.

Cuenca tiene dos Patronas:
La Virgen de La Luz, una,
de las Angustias, la otra.
A sus manos va el amor,
van la plegaria y los himnos
cuando les cantan sus hijos.

Gloria y honra le sean dadas
a esta encantada e invicta
ciudad  castellana.

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