Orgullosa mi ciudad, cantada en tantos poemas que le envían desde arriba sus amigas las estrellas. Al principio de los tiempos, y antes de que vinieran a cantarle los poetas, ya le cantaban los vientos mil canciones a sus piedras. Y al mismo tiempo que el viento, dos ríos, Júcar y Huécar, de lo alto de las sierras llegan, lamiendo los pies a sus fantasmas de piedra. Ciudad que vives, que sueñas sosegada y placentera entre fieles centinelas, insomnes mimos de piedra, que te dejó Alfonso VIII en histórica defensa. Cuenca, ciudad feliz, siempre fuiste y serás bella. Humildemente te canto, y soy feliz al cantarte como si fuera un poeta. No he leído ni escuchado el ritmo de otros poemas, pero sueño muchas noches con tu vetusta belleza. |
Bordando miles figuras en los parque y jardines, zurciendo miles locuras con retorcidas bajadas y subidas imposibles, el amor es flor y es piedra en los poemas de Cuenca. Veo allá arriba unas casas en unas rocas colgadas, donde habitan los caprichos que Dios creó de la nada. Península, del azul colgada y de encantos rodeada, dime si subes o bajas. Cuenca tiene dos Patronas: La Virgen de La Luz, una, de las Angustias, la otra. A sus manos va el amor, van la plegaria y los himnos cuando les cantan sus hijos. Gloria y honra le sean dadas a esta encantada e invicta ciudad castellana. |
CUENCA, CIUDAD SOÑADA
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