MI VERSO EN FLOR

En mi huerto de ilusión
planté  un verso una mañana.
Fuente clara descendía
cual  sierpe limpia de plata,
y todas las madrugadas
a mi verso le traía
nuevo ritmo entre sus aguas.

Verso en flor que yo cuidaba,
hasta poder escuchar
la música en sus palabras.

Con  el agua de esta  fuente
creciéronle muchas ramas.
Fue cayéndose la flor…
 y un verso fue cada rama.

Y éste fue, por fin… el fruto
de mi huerto de ilusión,
el  fruto de mi  esperanza.

Y a la sombra de los versos,
junto al fresco de las aguas,
mi espíritu descansaba.
Una mañana encontré
una rama por el suelo.
Yo las  tenía contadas;
y el más bello de los versos,
que de  amor se desgajaba,
celos  de mujer enamorada
me robaron aquel verso
para plantarlo en su alma.

Lo vi una noche asomarse,
como si fuera a escaparse
por la luz de una mirada.
Nos miramos cara a cara…
y mis labios recogieron
entre sus labios de grana,
el verso que me faltaba.

Y la luna fue testigo
en aquella madrugada,
de unos ojos encendidos
en su cara arrebolada.

De los celos… y del robo…
ni siquiera una palabra.
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     SANTIAGO  MARCO
           (4 de mayo de 2010)

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